Por IGNACIOAL - 23 de Noviembre, 2010, 17:57, Categoría: General
Enviado: 23/11/2010 19:15
MANUEL DE FALLA Y SU MÚSICA
MANUEL DE FALLA
(1876 - 1946 )
"Error
funesto es decir que hay que comprender la música para gozar de ella.
La música no se hace, ni debe jamás hacerse para que se comprenda, sino
para que se sienta ". MANUEL DE FALLA
Antiguo billete de 100 pesetas en
homenaje a Manuel de Falla
Manuel de Falla - Noches en los Jardines de España (Silvia Navarrete, piano)
Manuel
de Falla ha sido uno de los compositores españoles más destacados del
siglo XX. Nació en Cádiz el 23 de noviembre de 1876. De niño estudió
música con su madre y otros profesores de su ciudad natal; ya de joven
estudió composición con el prestigioso musicólogo y profesor Felipe
Pedrell. Desde 1905 a 1907 enseñó piano en Madrid, y entre 1907 y 1914
estudió y trabajó en París. En el periodo transcurrido durante los años
1914 y 1938 vivió y compuso sobre todo en España. En 1939 fijó su
residencia en Argentina, donde, el 14 de noviembre de 1946, murió. Bajo
la influencia de Pedrell, defensor de que las bases de la música de un
país debían provenir de su propio folclore, Falla desarrolló un estilo
claramente nacionalista que caracterizó prácticamente todas sus
composiciones. No obstante, no solía utilizar las canciones folclóricas
españolas de una manera directa en sus temas, sino que incorporó
únicamente su espíritu. El elemento impresionista de su obra procede de
compositores franceses como Claude Debussy y Maurice Ravel, a quienes
conoció en París. Falla fue el adalid del movimiento contra la
influencia de la música alemana e italiana en la ópera española, y
contra la esterilidad de la música para orquesta y de cámara de su
tiempo en España. Entre
sus composiciones tenemos Noches en los jardines de España (1909-1915)
para orquesta y piano, la ópera La vida breve (1913), sobre texto de
Fernández Shaw, los ballets El amor brujo (1915) y El sombrero de tres
picos (1919), la Fantasía bética para piano (1919),la fantasía escénica
El retablo de Maese Pedro (1924), el Concierto para clave y 7
instrumentos (1923-1926) y música para guitarra. Dejó sin concluir el
oratorio La Atlántida sobre el poema de Jacint Verdaguer; lo terminó su
discípulo Ernesto Halffter. Manuel de Falla murió en Alta Gracia,
Córdoba (República Argentina).
(El poder de la palabra)
Manuel
de Falla, aunque dedicó una pieza a los jardines de España, tuvo una
orientación diferente. No menciona los grandes jardines de Aranjuez,
que tuvo que haber conocido, pues su amigo íntimo Santiago Rusiñol, en
cuya casa acabó la obra, fue pintor de jardines. Los jardines españoles
que le interesaban a Falla eran todos andaluces. La pieza fue el primer
disco de música española que poseí. Desde el primer momento me ha
causado escalofríos. De todas estas cuatro piezas ha sido la que más me
ha costado descubrir su sentido, descubrir qué pasaba de noche en los
jardines de España. Pinta un mundo hermoso, emocional y violento, acaso
peligroso, pero por último apacible y espiritual. Según Joaquín Turina,
es la obra más triste de Falla, en la cual expresa un drama íntimo. Los
tres movimientos son "En los jardines del Generalife," "Una danza
lejana," y "En los jardines de la sierra de Córdoba." Los dos últimos
movimientos se tocan sin pausa. El dedicado al Generalife fue para mí
desde el principio el movimiento más comprensible, pues es el jardín
andaluz mejor conservado. El Generalife, el sitio más agradable que
conozco en el planeta, fue un jardín dedicado al amor y al mismo tiempo
una expresión de él. Según Santiago Rusiñol, "así como hay artistas que
del amor hacen poesía o música u obra de arte, hubo quien del amor hizo
jardines, y fue el artista enamorado quien ideó el Generalife."
Naturalmente no se trata del amor matrimonial ni procreativo: fue "nido
de amores, mansión de sultana favorita, refugio de reyes, retiro
acariciado por el perfume de las flores, los misteriosos susurros del
bosque y el murmullo de las fuentes." Cipreses, frescura, exclusión del
mundanal ruido. Albercas, escaleras de agua, fuentes, surtidores: agua,
flores y frutas por todas partes. El agua, símbolo de la vida, fue el
principal elemento decorativo. "Hoy mismo, sus ruinas tienen la vaga
tristeza de los lugares que fueron teatro de añejas felicidadesy todo
canta placer perdido, en ese mudo lenguaje de las cosas que llevan en
sí el recuerdo." Pero el amor es el primer movimiento: el principio, no
el fin. Manuel Orozco sugiere que la Danza lejana descrita en el
segundo movimiento es una danza gitana del Albaicín: la lejanía desde
la calle (Antequeruela Alta) que Falla escogería para su residencia
granadina. Aunque el parecido es evidente, la sugerencia es demasiado
literal. (Bien pudiera Falla haber empleado el título "Danza gitana,"
si quisiera.) La danza, refugiada en cuevas, que hoy conocemos como
gitana no es sino reflejo de una tradición más antigua de danza
hispanomusulmana, si no premusulmana o aun prerromana. Es una danza que
rueda, gira, zapatea, más y más rápidamente hasta caer en el éxtasis.
En su forma más inmediata, es la zambra, el ruidoso baile y fiesta
prohibido después de la conquista de Granada. Para entender el
simbolismo de esta danza, no encuentro mejor comentario que un análisis
del baile del más famoso bailarín gitano de la literatura española, la
Preciosa de Cervantes. En su baile, según Peter Dunn, "el espíritu y el
cuerpo rivalizan, y su contienda se resuelve en ritmo y movimiento.
Como acción, es al mismo tiempo energía sensual y una imitación del
orden puro, del orden del movimiento. Es así a la vez una imitación de
los poderes físicos del mundo y de las formas íntimas de naturaleza.
Como movimiento alrededor de un eje repite la danza de las estrellas,
los planetas y los elementos alrededor de su centro. La bailarina
siempre vuelve al centro de su propio círculo; ése es el punto al que
el cuerpo es atraído, al que debe volver cuando más alejado, como bien
lo intuyen bailarina y espectador. La poesía y la danza, por lo tanto,
absorben y transforman lo orgiástico." El baile andaluz tiene un
sentido metafísico. Representa la tierra y las estrellas. Une el hombre
con el cosmos. Sigue, sin interrupción, una danza aún más violenta, la
de los jardines de la sierra de Córdoba. Por muchos años me preguntaba
por el sentido de estos jardines. Por casualidad encontré, curioseando
en la gran biblioteca del cervantista José María Casasayas, un libro
publicado dos años antes del estreno de la obra de Falla. Se trata de
Ibn Masarra y su escuela. Orígenes de la filosofía hispano-musulmana,
de Miguel Asín Palacios. Falla tuvo interés en la historia
andaluza—consta en su Festival del Cante Jondo—y fácilmente tendría
contacto con este libro o con lectores o reseñas de él. Los jardines de
la Sierra de Córdoba tienen que ser los del eremitorio de Ibn Masarra.
Fue el habitante más renombrado de dicha sierra. Ibn Masarra fue el
fundador del poco conocido sufismo español. Las danzas violentas del
tercer movimiento tienen que ser danzas sufíes, danzas
místico-eróticas, danzas hacia Dios y hacia el orgasmo, que serían una
misma cosa. Y la paz y el bienestar con que el movimiento acaba, son a
la vez, inseparablemente, sexuales y espirituales. Naturalmente una
obra tal me encantó, aunque no la entendiera hasta hace poco. En Noches
en los jardines de España, Falla pasa desde lo existente a lo
desaparecido, del presente al pasado, del amor humano al amor divino,
del este al oeste, de Granada a Córdoba, del último reducto del Islam
hispánico a su plenitud. Recrea un mundo apasionado y apasionante, no
sólo desaparecido sino oculto. Su evocación musical hizo mucho para que
me dedicara al estudio de la cultura hispánica. Pero mis clases de
literatura e historia españolas, en las cuales España se identificó
completamente con Castilla, no me lo explicaron. He tenido que
estudiarlo por mi cuenta.